Marxismo analítico,
un futuro para el socialismo
Juan José Angulo de la Calle
Base del marxismo analítico
El marxismo analítico es el conjunto de autores que componen el Grupo de Septiembre, autores que debatieron en los años 80 acerca de los conceptos principales del marxismo. Ellos
utilizan la
definición
y
análisis
de
los
conceptos
en
función
de
los
microfundamentos
de cada fenómeno social. Los
microfundamentos son las
causas
o
los
mecanismos
que
permiten
explicar
cada
una
de
las
ideas
del
marxismo
en
sí
mismas.
Es
decir,
en
cada
parte
de
la
tesis
se
intenta
mostrar
las
causas
o
los
principios
que
permitan
explicar,
definir
y
analizar
en
sus
propias
condiciones
cada uno de los fenómenos de la sociedad. Analizan los
planteamientos
que
entrañan
en
sí
mismos
los
conceptos marxistas
sin
relacionarlos
con
factores
externos
a
sus
propios
microfundamentos.
Indagan acerca de qué supone cada concepto marxista bajo sus propios
términos: analizan la definición en sí misma, su coherencia
interna. Esto es, tratan de describir a qué responde cada concepto,
qué trata de investigar e investigar qué fundamento sustenta el
concepto.
Se
explica
que
la
presencia
de
cada
elemento
de
la
sociedad
existe
porque
cumple
una
función.
Las
personas
(o
una
clase
determinada,
para
ser
más
precisos)
permiten
que
exista
cada
parte
de
la
sociedad
porque
cumple
una
función. Cada elemento
de la sociedad sirve
para
conseguir
algo
entendido
racionalmente
como
positivo
o
beneficioso, cada elemento
tiene una función y sirve a un propósito.
Así,
por
ejemplo,
según Marx las
ideas
dominantes
procuran
que
no
haya
ideas
de
rebelión
(lo
cual
beneficia
a
las
clases
altas).
Las
iglesias,
por otro lado,
difunden
resignación
fomentando
pasividad, sirviendo al
statu quo. El
Estado
existe
para
proteger
la
propiedad
privada y
las
organizaciones
obreristas,
supuestamente,
existen
para
defender
los
intereses
de
los
trabajadores,
y
etcétera.
Este
tipo
de
análisis
se
usará
para
explicar
la
filosofía
de
la
historia
de
Marx.
Mediante
ella
se
podrá
explicar
el
papel
de
la
conciencia,
de
la
voluntad y
de
las
presiones
materiales
(condiciones
de
vida y régimen
económico)
en
el
desarrollo
de
la
historia.
Esto
es,
se
explicará
cada
una
de
ellas
como
factores
que
cumplen
una
función
determinada
o
que
sirven
a
la
lucha
de
clases
(o
la
obstaculizan),
permitiendo
(o
impidiendo)
el
cambio
social.
El
análisis
planteado
permite
definir
cada
concepto
en
sí
mismo. Facilita
entenderlo
de
forma
simple
bajo
sus
propios
principios,
sin
necesidad
de
basarlos
en
principios
abstractos o
en
determinismos
economicistas
(tal
como
se
ha
atribuido
al
marxismo,
por
relacionarlo
con
la
ortodoxia
soviética).
Además,
queda
fuera
de
concepciones
totalizantes
o
que
intenten
explicar
todos
los
aspectos
de
la
sociedad en un todo en el que no quede lugar para la comprobación externa.
Queda fuera porque
se
limita la explicación
de cada
concepto
a ser derivado de
su
microfundamento.
Por consiguiente,
no
se
puede
formar
un
cuerpo
teórico
en
el
que
cada
parte
explique
a
las
demás
y
a
la
totalidad
de
la
realidad.
Por
lo
tanto,
deja
fuera
de
riesgo
la
posibilidad
de
explicaciones
circulares
(que
se
remitan
a
sí
mismas
por
abarcarlo
todo
y
no
tener
ninguna
referencia
fuera). Por otro lado,
permite
la
crítica
(de
la
validez
de
cada
microfundamento)
y
limita
su
capacidad
explicativa.
Esto
es,
cada
idea
se
refiere
a
una
realidad
de
la
sociedad
y
se
limitan
todas
ellas
a
explicar
aspectos
de
la
sociedad
o
del
papel
de
social
de
cada
una
de
sus
partes.
Por
ejemplo,
la
cultura
dominante
sería
tratada
meramente
como
forma
de
ideología,
pero
ella no
podría
ser
capaz
de
hablar
de
las
características
artísticas
y
estéticas
de
la
cultura. En el caso de
la
religión
este tipo de análisis
solamente podría ocuparse del aspecto social de ella: solo podría
explicar cómo una serie de creencias afecta en la conducta de las
personas o cómo las iglesias
tienen
influencia
en
la
actitud
de
las
personas
de
una
sociedad a través de sus
discursos y publicaciones.
Las
ideas
podrán
relacionarse
entre
sí
en
función
de
sus
puntos
de
contacto,
en función de que
uno
de
sus
elementos
pueda
ser
el
microfundamento
de
otro
concepto y sin formar un
sistema totalizante. Por consiguiente, las ideas
no
podrán
formar
un
cuerpo
teórico
total,
sino
más
bien
una
cadena
de
ideas
o
una
red
en
la
que
cada
concepto
aporta
algo
al
siguiente:
la
justicia
como
idea
de
la
conciencia, o
la
voluntad
como
resultado
de
la
reflexión
en
su
conciencia.
En
cualquier
caso,
la
capacidad
de
todos
los
conceptos
solamente
permitiría
referirse
a
la
estructuración
de
la
sociedad
y
a su
cambio
en
la
historia.
Metodologías
Una de las metodologías
que
se empezó a
utilizar
es
el
análisis
funcionalista.
Cohen
en
su
obra
Karl
Marx´s
Theory
of
History:
A
Defence,
presenta
que
las
explicaciones
o
descripciones
que
realiza
Marx
son
funcionalistas.
Según
Cohen,
Marx
explica
que
cada
parte
de
la
sociedad
existe porque cumple una
función. Las
personas
procuran
que
una
realidad
social
tenga
un
papel
social porque sirve para
algo y cumple
una
función.
Las
personas
mantienen
y
procuran
que
haya
instituciones
u
otras
realidades
sociales
para
conseguir
algún
tipo
de
utilidad
para
la
sociedad. Las crean y las
mantienen porque
piensan
que
se
va
a
conseguir
algo
positivo
con
ellas.
e.g. La religión cubre la
función social de fomentar el conseradurismo y para ello existe, ésa es
su función social principal según el marxismo.Se
da
una
explicación
funcional
para
explicar
cada
aspecto
de
la
sociedad
y
su
cambio
en
la
historia.
Otra
de las metodologías es el uso de la teoría de juegos; como la teoría
general de la explotación de Roemer, que trató de definir la explotación
como la situación en la que un conjunto de jugadores sociales o clase
se vea en peor situación de retribución que si actuara por su cuenta (y
precisamente es la relación de dependencia de una clase subordinada a
una dominante es la que permite y provoca que se dé explotación).
Varios autores procuraron dar cuenta de la nocion de explotación con la teoría de juegos. Trataron
sobre
la
carencia
de
autonomía
o
formas
de
dependencia
y
subordinación
que
derivan
de
la
dominación
de
una
fracción
de
la
sociedad,
o
el
concepto
de
explotación.
Por su parte, Jon
Elster
emplea
una
teoría
de
juegos
para
explicar
el
comportamiento
de
grupos
sociales. Utiliza
su
modo
de
tratar
la
teoría
de
juegos
(presentada
en
su
obra
Explaning
Social
Behaviour)
para
tratar
el
concepto
de
la
voluntad
desde
su
explicación
de
formación
de
grupos
de
agentes
parte de las
formas
de
comportamiento
social
tendentes
a
la
colaboración
y
cooperación.
De
esa forma,
se
podrán
explicar
las
causas
(creencias
y
deseos)
y
motivaciones
de
las
personas
que
forman
la
clase
trabajadora
con
conciencia
de
clase,
dispuesta
a
llevar
el
curso
de
acción
orientado
a
la
lucha
de
clases.
Su
explicación
partirá
de
su
individualismo
metodológico. Él
explica
la
formación
de
grupos
sociales
a
partir
de
describir
la
presencia
de
agentes
determinados
con
intereses
particulares
e
individuales
que
fomentan
la formación de
grupos
sociales
en
tanto
en
cuanto
cada
uno
de
los
agentes
llega
a
la
conclusión
de
que
la
formación
de
grupos
y
la
acción
colectiva
permitirá
conseguir
beneficios
para
cada
uno
de
los
agentes
implicados.
Los
grupos
se
forman
porque
los
agentes
individuales
entienden
que
existen
intereses
compartidos
y
porque
comprenden
que
es
beneficioso
actuar
de
forma
colectiva.
Se
describen los
grupos
partiendo de
los
individuos
con unas intenciones a las que se les atribuye estar compuestos de
deseos
y
creencias. Ambos son
principios
que
explican,
sobre todo,
conductas
intencionales
individuales,
pero
pueden
servir
para
grupos
si
se
parte
de
los
individuos
que
forman
el
grupo. Señalará que el conjunto conocido como la clase trabajadora se conforma por sus intereses de clase y por la indignación que produce la explotación laboral, ello conduce a la formación de la conciencia de clase y la consecuente voluntad de participar en la lucha de clases para satisfacer sus intereses como grupo social.
Un futuro para el socialismo
Las ideas planteadas por el marxismo analítico no se reducen a la crítica del capitalismo, también tratan sobre la revolución, las clases sociales y sus alternativas. Los autores van desde planteamientos socialdemócratas a la defensa del socialismo de mercado, como propone John E. Roemer al defender para el futuro un sistema social en el que haya Empresas Gestionadas por Trabajadores (similares a las cooperativas integrales) en un mercado libre y ausente de la rigidez de los sistemas de economía planificada. Otro modelo del mismo autor plantea la posibilidad de que las empresas sean gestionadas por directivos en propiedad colectiva y en mercado libre. Todos los planteamientos serían posibles tras una revolución social o por la formación y lucha de una alianza entre partidos socialistas reales y sindicatos.